lunes, 6 de mayo de 2013

La prensa “independiente” del Ecuador no es tan crítica del poder como pregona; le encanta convivir y se acuesta con él


Ecuador podría ser un caso de estudio mundial: es el único país donde ciertos periodistas (en la realidad empleados de medios privados que defienden los intereses de sus patrones bajo el membrete de la libertad de expresión) vociferan a los cuatro vientos que no existe la libertad de prensa, que el Gobierno es un cuco que los hace asustar a cada rato y que no se puede criticar porque vas preso.

Lo paradójico del caso es que pese a vivir en un clima –así pintado- tan restrictivo para la libertad de prensa, estos mismos vendedores de fantasmas puedan cuestionar al poder, publicar rumores disfrazados de noticias e incluso insultar impunemente.

Resulta inentendible también que estos “periodistas” que permanentemente marcan distancia con el poder convivan con él.

Un ejemplo de aquello es la presencia del embajador de Estados Unidos, Adam Namm, en el acto de conmemoración por el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el viernes 3 de mayo. ¿Cómo es que estos “periodistas valientes e independientes”, tan críticos del poder, tan apolíticos, tan inmaculados, inviten a un acto netamente clasista a un embajador cuya sola presencia configura de por sí un acto político?

El evento realizado en la sede de la Unión Nacional de Periodistas (gremio social cuya membresía significa un desembolso de 158 dólares) devela claramente el rol político de la prensa privada en el Ecuador. Se nota cuánto añoran los tiempos en que los políticos paniaguados les rendían pleitesía y se dejaban influenciar por estos pseudos comunicadores.

El académico Rommel Jurado recuerda que en el pasado muchos dueños de medios de comunicación se reunían con los gobernantes a veces en las propias instalaciones de las empresas mediáticas.  “Era un espacio donde los medios de comunicación y los periodistas, sobre todos los famosos, servían como intermediadores: nada pasaba –ningún mensaje circulaba entre los ciudadanos- si es que no lo intermediaban estos grandes medios de comunicación”, dijo durante un panel en radio Pública.

“Por lo tanto los únicos interlocutores válidos eran estos medios de comunicación y a veces había una connivencia que llegaba a la sociedad: eran socios en negocios, eran familias, tenían intereses vinculados…”, agregó el experto en derechos humanos y comunicación.

Las tristes imágenes de “la prensa independiente” y “critica del poder” invitando al embajador de Estados Unidos deja el mensaje de “’ojo, tenemos un padrino poderoso, no se metan con nosotros. A la vez desnuda la incongruencia del periodismo ecuatoriano, tan acostumbrado a que los políticos le rindan pleitesía y agachen la cabeza. Eso se evidenció también en el llamado de Alfonso Espinosa de los Monteros (noticiero estelar del 3 de mayo): “Esperamos un cambio de actitud”, dijo en referencia al presidente Rafael Correa.

¿Qué legitimidad tiene una casta acostumbrada a que el poder le rinda pleitesía y a convivir con él? El cambio de actitud debería venir de otro lado. 

En Ecuador hay tanta libertad de expresión que se pueden pintar murales diciendo que no hay libertad de expresión. 





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