Ecuador podría ser un caso de
estudio mundial: es el único país donde ciertos periodistas (en la realidad
empleados de medios privados que defienden los intereses de sus patrones bajo
el membrete de la libertad de expresión) vociferan a los cuatro vientos que no
existe la libertad de prensa, que el Gobierno es un cuco que los hace asustar a
cada rato y que no se puede criticar porque vas preso.
Lo paradójico del caso es que
pese a vivir en un clima –así pintado- tan restrictivo para la libertad de
prensa, estos mismos vendedores de fantasmas puedan cuestionar al poder,
publicar rumores disfrazados de noticias e incluso insultar impunemente.
Resulta inentendible también que
estos “periodistas” que permanentemente marcan distancia con el poder convivan
con él.
Un ejemplo de aquello es la
presencia del embajador de Estados Unidos, Adam Namm, en el acto de
conmemoración por el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el viernes 3 de mayo.
¿Cómo es que estos “periodistas valientes e independientes”, tan críticos del
poder, tan apolíticos, tan inmaculados, inviten a un acto netamente clasista a
un embajador cuya sola presencia configura de por sí un acto político?
El evento realizado en la sede de
la Unión Nacional de Periodistas (gremio social cuya membresía significa un
desembolso de 158 dólares) devela claramente el rol político de la prensa
privada en el Ecuador. Se nota cuánto añoran los tiempos en que los políticos
paniaguados les rendían pleitesía y se dejaban influenciar por estos pseudos
comunicadores.
El académico Rommel Jurado
recuerda que en el pasado muchos dueños de medios de comunicación se reunían
con los gobernantes a veces en las propias instalaciones de las empresas mediáticas.
“Era un espacio donde los medios de comunicación
y los periodistas, sobre todos los famosos, servían como intermediadores: nada
pasaba –ningún mensaje circulaba entre los ciudadanos- si es que no lo intermediaban
estos grandes medios de comunicación”, dijo durante un panel en radio Pública.
“Por lo tanto los únicos
interlocutores válidos eran estos medios de comunicación y a veces había una
connivencia que llegaba a la sociedad: eran socios en negocios, eran familias, tenían
intereses vinculados…”, agregó el experto en derechos humanos y comunicación.
Las tristes imágenes de “la
prensa independiente” y “critica del poder” invitando al embajador de Estados
Unidos deja el mensaje de “’ojo, tenemos un padrino poderoso, no se metan con
nosotros. A la vez desnuda la incongruencia del periodismo ecuatoriano, tan
acostumbrado a que los políticos le rindan pleitesía y agachen la cabeza. Eso se
evidenció también en el llamado de Alfonso Espinosa de los Monteros (noticiero
estelar del 3 de mayo): “Esperamos un cambio de actitud”, dijo en referencia al
presidente Rafael Correa.
¿Qué legitimidad tiene una casta
acostumbrada a que el poder le rinda pleitesía y a convivir con él? El cambio
de actitud debería venir de otro lado.
En Ecuador hay tanta libertad de expresión que se pueden pintar murales diciendo que no hay libertad de expresión.
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