Un ciudadano observa un grafiti en las calles Real Audiencia y Fray Leonardo Murialdo, sector la Rumiñahui al norte de la ciudad. Foto: Eduardo Flores/Andes |
“La verdad no se extingue”, “la duda desenmascara la
mentira”, “una mentira repetida 100 veces sigue siendo mentira”, “la única
verdad es la realidad”, “no porque todo el mundo crea una mentira se convierte
en verdad”, son algunos de los mensajes que se pueden observar en las paredes
de barrios del norte, centro y sur de Quito.
Todos estos mensajes tienen un eje -que al parecer es la
firma de un movimiento hasta el momento anónimo-“Queremos la verdad”.
El analista Rodrigo Jordán dijo a la agencia Andes que
los grafitis siempre han sido utilizados como una forma de comunicación no
formal, un recurso que se concretó en la década del sesenta en Nueva York, en
el que se mezcla la voz ciudadana con la estética.
Jordán, catedrático de la Universidad Andina Simón
Bolívar, opina que los grafitis generalmente responden a una creciente
tendencia de opinión de los ciudadanos.
En este caso, agrega el analista, el Gobierno ha llevado
a llevado a pensar mucho en el papel de la comunicación.
Efectivamente, el presidente Rafael Correa ha puesto sobre
la palestra pública la influencia y el rol político que han jugado los medios
privados en el país, empresas que están en manos de un número reducido de
familias.
En una entrevista radial, este jueves, Rafael Correa,
reiteró posición: una buena prensa es fundamental para la democracia, pero una
mala prensa es perjudicial para esa democracia.
El mandatario recalcó que su Gobierno no está en contra
de la prensa sino de la mala prensa que es una forma de corrupción.
Jordán dice que los grafitis denotan el deseo de los
ciudadanos de tener un periodismo responsable. “Hoy el periodismo no solo está
viviendo una época de crisis (…) hoy con el desarrollo tecnológico hay
alternativas y hace que la gente tome estos temas como algo que hay que decirlo
en las calles”, acotó.
La Constitución de Ecuador, aprobada en referéndum en
2008, en su transitoria primera dispuso al Legislativo que se dicte una Ley de
Comunicación en un plazo de un año, sin embargo los bloqueos de la oposición y
el lobby de los grandes conglomerados mediáticos impidió que se cumpla el
mandato.
Posteriormente, en un referéndum aprobado por los
ecuatorianos –el 7 de mayo de 2011- se dispuso a la Asamblea Legislativa que se
redacte una ley de Comunicación que pese a la oposición cumplió las instancias
de debate y su texto reposa actualmente para votación.
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